domingo, 25 de enero de 2015

Vidas paseadas


María ayuda cada domingo a su abuela en el rastro de León a vender medias que trae su yerno del puerto de Valencia cada quince días con su Fiat Ducato. Con 14 años ha dejado de ir al instituto porque ya sabe leer y escribir lo justo para defenderse en su vida. Aspira a casarse con su novio de Benavente y tener su propio puesto de moda.

Carlos y Carlota son primos hermanos que disfrutan recordando las historias que su abuelo Luciano les contaba de la mili. Se ven todos los domingos para conversar y mantener el trato familiar que les inculcó su abuelo. 
La tía Jacinta, como la conocen en Velilla de la Reina, es de esas mujeres echadas "pa lante" que después de enviudar de su marido (alcalde del pueblo durante 20 años) se vino a pasar los inviernos a la capital con su hija maestra. Recuerda a su marido con gran devoción y afirma que él era el alcalde pero quien mandaba era ella.
Federico es un jubilado de correos de esos que llevaban las cartas en burros antes que en moto. Trabajaba mañanas y tardes repartiendo porque le gustaba hablar más que trabajar y necesitaba más tiempo para hacer el reparto. Ahora para matar el tiempo, ayuda a su yerno en la gestoria dando conversación a los clientes que esperan su turno.

Pepe lleva luchando con un cáncer de estómago tres años. Está prejubilado y echa mucho de menos el taxi donde se ganó la vida y el derecho a morir con dignidad. Siempre contaba que sólo disfrutaba de la vida cuando empleaba el verbo meter: lo que se llevaba a la boca (era un gran comedor) y lo que se están imaginando. 
Doña Maura es misionera en Asia. Desde que murió su madre, su vida se ha dedicado a ayudar a los niños de Angola. Fue a visitar a su tío salesiano que trabajaba en el hospital de Luanda y se quedó para morir como lo hizo su tío. Viene a España cada dos años obligada por la ONG para la que trabaja.
Michel es un argentino negro o como el dice un negro argentino que sólo piensa en volver a su Córdoba natal. Su padre caboverdiano y su madre gallega tuvieron la culpa del mestizaje. España no le gusta porque la gente grita más que habla. En dos meses tiene un billete de vuelta.
Zaila vive en España desde hace diez años. Saltó la verja de Melilla un domingo y después de malvivir un año en una lechería de Burdeos se vino a Zamora para trabajar en Gaza donde la tratan como se merece. Casó con un ganadero de Cimanes de la Vega donde viven felices sus dos hijos.

Flecha está cansado de vivir sin trabajar porque ni es vida ni es nada. España le ha fallado. Con la crisis perdió un concesionario de coches de importación y malvive gracias al trabajo de empleada de hogar de su mujer. A veces le llaman para descargar conejos en una granja maragata.
Benancio y Alfredo son cuñados bien avenidos. Caminan todos los días siete u ocho kilómetros para mantener a raya el colesterol y no tomar más pastillas de las necesarias. Por la tarde juegan la partida a la garrafina en el hogar del jubilado de Colón. Algunos domingos van a bailar con "las hermanas" a el CEAS de la calle La Serna. ¡Son felices!

miércoles, 7 de enero de 2015

La piel de la vida en Valladolid

Mihaela es rumana. Vino a España engañada a trabajar en un hotel de camarera y se encontró con un club de Tordesillas con bombillas azules, rojas y amarillas. Tuvo suerte y un solterón de Villalón de Campos pagó lo que debía y pudo huir. Está ahorrando para traerse a su hija que vive con los abuelos en Cracovia.


Pedro es un sargento jubilado de los que salieron en Valencia con las tanquetas al son de "¡quieto todo el mundo! Era lo que tocaba en aquel tiempo. Desde que se quedó viudo vive con su hija en Laguna de Duero y se dedica a ir de compras y pasear por la ruta del Sendero de los árboles. 

Berta no pudo casarse porque su novio de toda la vida, un buen día o mal día se puso la sotana de franciscano y la dejó compuesta. Después de cuarenta años todavía recuerda los eternos paseos agarrados de la mano por un Pisuerga sin cemento y con aguas claras. Su vida no ha sido fácil pero siempre se ha sentido feliz y afortunada.
Elvira es cajera de una caja con cara de toro. Estudió económicas y después de vivir en Jaca a la sombra de un marido inútil que sólo aspiraba a tener la comida caliente en la mesa cambió de vida. Después de una larga separación se fue a Valladolid con sus dos hijos a vivir lo que no vivieron en la capital de la comarca Jacetania.
Merceditas es maestra de música en un colegio comarcal cercano a Valladolid. No le gustan los niños y menos los alumnos pero algo hay que hacer para ganarse la vida. En verano junto a su marido, canta, baila y enseña pierna en una de esas orquestas gallegas con cierto caché que van de plaza en plaza cantando "paquito el chocolatero".
Paco es un sevillano afincado en Pucela porque su padre ex torero le matriculó en la escuela de tauromaquia de Medina del Campo para aprender el arte que Juan José Riva pueda enseñarle. Al joven aspirante a torero le gustan más el fútbol que los toros y ha fichado por el Promesas sin el conocimiento de su padre porque aborrece eso de darle patadas a un balón.
Manuel es un funcionario de prisiones que se ha pasado media vida en Canarias. Apenas le quedan unos meses para jubilarse y junto a su mujer piensa volver a su ciudad natal donde tienen un pequeño piso. No tienen familia porque una guagua se lo llevó por delante en un maldito paso de peatones de la avenida de Venezuela en Santa Cruz de Tenerife.

Ana ha encontrado en la agrupación de jóvenes de la parroquia de Nuestra Señora de Fátima la tranquilidad y el sosiego que la cocaína y un maquetero granadido le arrebató. Después de varios meses de desintoxicación en la Fundación Aldaba es feliz ayudando a jóvenes en situaciones precarias y de exclusión social.

Carlos regenta junto a su hermano una famosa churrería de la calle Montero Calvo. Se levanta todos los días a las cinco de la mañana para elaborar los mejores churros de la ciudad castellana. Hacer caja y los paseos con su perro Lucas es lo más placentero que hace cada día. Afirma: "Tengo dinero porque no lo he gastado".
Marta es enfermera de pediatría del Sacyl. Trabaja con niños porque es su pasión. Este año que entra tiene programada su boda junto a su novio médico en el ayuntamiento de su pueblo donde su padre es el alcalde. Piensan tener por lo menos cuatro hijos o los que dios quiera.