martes, 31 de mayo de 2016

La piel de La Haya

Mary nació en Oslo y estudia arquitectura. Todos los primeros fines de semana de cada mes se pasa por La Haya para ver a su padre y a su madrastra egipcia que es más joven que ella. Compagina la universidad con la atención al público de los supermercados de Kiwi Mini Pris del centro de Oslo. Desde que falleció su madre comparte habitación en la residencia universitaria con una amiga de la infancia. 


Andrew es un holandés de los de antes. Desde hace siete años se dedica a la política y ha sido elegido como Director del Instituto Nacional de Biología con el único fin de mantener el tulipán autóctono que lucia en los campos holandeses a principios del siglo XIX. Es aficionado al patinaje sobre hielo porque se lo prometió a su abuelo cuando era niño pero cada año le cuesta más poner los patines. 


Asuman es una mujer turca que vive en La Haya desde hace quince años. Disfruta de doble nacionalidad lo que le permite viajar sin problema por Europa. Es camarera de un crucero de superlujo que sale cada semana de Estambul y recorre el mar Mediterráneo. Piensa en casarse muy pronto con un alemán natural de Ankara. 


Manuel es un chico con la gracia necesaria que cualquier gaditano demuestra tanto los días que llueve como los que no. Estudia relaciones internacionales y por ese motivo eligió La Haya para hacer un año de Erasmus. Echa de menos Conil y las fiestas de cumpleaños con sus amigos. No termina de adaptarse a la escasa luz que la ciudad ofrece a sus habitantes. 


Jacobo trabaja de jardinero en un centro comercial. Su mujer le dice que atiende más a las flores y plantas del centro que a sus siete hijos. Le encanta el fútbol y es un gran aficionado del Ajax. En el jardín de su pequeña casa tiene trasplantado el césped del Amsterdam Arena que consiguió gracias a un compañero encargado del mantenimiento del césped. 


Asia es una flamenca afincada en la capital desde que sus padres decidieron trasladar su residencia a orillas de una pequeña cala cerca de Magaluf. Es diseñadora gráfica y trabaja desarrollando juegos para Sony. Sueña con crear su propio equipo independiente de grandes multinacionales para desarrollar las ideas que ahora a nadie le interesa. 


Alie es una chica que recorre treinta kilómetros diarios en bici porque tiene fobia al coche. Todo empezó con una llamada de teléfono que le informó que su novio se había estrellado con un tranvía aplastandole hasta las ideas. Después de un año está superando su desgracia gracias al apoyo de una amiga y su hermana que apenas la dejan sola. 


Michel es estudiante de derecho. Trabaja repartiendo pedidos a domicilio en un burger del centro para costearse sus estudios. Vive con su abuela paralítica y adinerada en un ático del distrito de Escamp con vistas a una pequeña plaza donde se pasa horas viendo pasar a la gente. Con el dinero de su abuela quiere montar un bufete en Roterdam. Es un apasionado de la música celta.


Enrike da clase de guitarra barroca en su estudio de la capital holandesa. Perteneció al grupo musical La Ritirata durante años pero abandonó cuando una noche loca de fiesta en Amsterdam se precipitó de un segundo piso colocado de mariguana. Tuvo suerte tanto en la caída como en la enfermera que le atendió en el Academisch Medisch Centrum porque acabó cansándose con ella. 


Judit es enfermera de noche. Cuida ancianos con demencia senil en el complejo de Hogeweyk a las afueras del tranquilo pueblo de Weesp. Acude a todos los funerales de sus queridos ancianos. Les trata con la ternura de una madre a su bebé. Sus compañeras de trabajo la ven como un bicho raro en la profesión pero ella es feliz, muy feliz.

lunes, 2 de mayo de 2016

La piel del puente de Triana




Sofía es una malagueña afincada en la capital andaluza. Vive a caballo entre las dos ciudades. Piensa en casarse con su novio de toda la vida e irse a un cortijo cordobés a escribir su tesis doctoral sobre golosinas y plásticos. Cruza todos los días el puente hablando con su madre. Le sirve para distraerse y no mirar hacia abajo y así evitar la ansiedad que le produce las alturas.


Robert es un farmacéutico risueño que encontró trabajo gracias a la influencia de su padre: un ejecutivo farmacéutico. Cada fin de semana que no trabaja, que apenas se cuentan con los dedos de una mano, se escapa a la ciudad andaluza y recorre el puente varias veces al día sin otro motivo aparente que mirar y observar a la gente que apenas levanta los ojos para disfrutar de un paisaje que a él le tiene encantado.


María, Raquel, Juan y la pequeña Aroa son cuatro primos que cada domingo cruzan el puente para comer con su querida abuela. No perdonan un día ya que la generosa anciana además de ofrecerles la comida que más les gusta les agasaja con un billete de 100€ de propina y eso es mucho dinero para dejar de visitar a su querida y generosa abuela.


Mercedes y Valle son dos sevillanas de las que ya no quedan. Viven en Triana y salen todos los jueves de fiesta a un tablao flamenco que ponen música que les duplica la edad. El resto de los días buscan trabajo en cualquier cosa pero apenas encuentran nada que no sea servir copas en baretos de mala muerte y buena vida.


Nicolás es un navarro enamorado de la semana santa sevillana. Se hizo cofrade gracias a un amigo gaditano de la mili que le facilitó la entrada en la hermandad. Su pasión por la semana santa sevillana le ha empujado a separarse porque su mujer nunca entendió que cojones había perdido su ex en Sevilla vestido de payaso.


Berto y Begoña forman un matrimonio feliz de los de siempre. Regentan una mercería cerca del Villamarín y luchan por ofrecerles un futuro digno a sus cinco hijas. Se están plantando ampliar el negocio y montar una tienda de ultramarinos que un viejo amigo traspasa por jubilación. En breve su hija mayo termina empresariales y según están las cosas podría encontrar su futuro en la pequeña tienda de don Eustaquio.


Federico es uno de esos hombres que todo el día se pasa de guasa. Prejubilao por un accidente de coche vive con sus 587 € y su madre en un ático de triana repleto de geranios blancos y rojos. Los colores de su Sevilla F.C. Algunas noches sale a la almadraba que prepara su amigo de la infancia en Conil y vuelve con atunes para tres meses.


Carlitos es un pequeño sevillano de familia de bien y con más dinero del que podrá gastar cuando coja el gusto de hacerlo. Se quedó sin padre al mes de nacer pero su abuelo paterno hace las veces de padre y abuelo. Es feliz junto al perro que le acaba de regalar su tío el americano. Le encanta ir a la escuela y jugar en el recreo al pilla pilla.


Jesús es un jubilao de la banca que tiene por afición salir a pasear contando los pasos que da cada semana. Visita todos los días a su hermano que como él dice, trabaja de cura en una pequeña parroquia sevillana donde apenas van cuatro viejas sin pecados a misa. Los domingos acompaña a su hermano a visitar los enfermos que nadie visita al hospital de la Virgen del Rocio.



Manolo es un trianero de esos que será sevillano de mayor. Quiere ser médico como su padre y su abuela. Se pasa todas las tardes jugando a la Play con un amigo coreano residente en Cabo Verde que conoció en un intercambio del instituto. Le encanta el fútbol y la música. Es socio del Sevilla desde antes de nacer y junto a su padre y abuelo no pierden partido.