lunes, 2 de mayo de 2016

La piel del puente de Triana




Sofía es una malagueña afincada en la capital andaluza. Vive a caballo entre las dos ciudades. Piensa en casarse con su novio de toda la vida e irse a un cortijo cordobés a escribir su tesis doctoral sobre golosinas y plásticos. Cruza todos los días el puente hablando con su madre. Le sirve para distraerse y no mirar hacia abajo y así evitar la ansiedad que le produce las alturas.


Robert es un farmacéutico risueño que encontró trabajo gracias a la influencia de su padre: un ejecutivo farmacéutico. Cada fin de semana que no trabaja, que apenas se cuentan con los dedos de una mano, se escapa a la ciudad andaluza y recorre el puente varias veces al día sin otro motivo aparente que mirar y observar a la gente que apenas levanta los ojos para disfrutar de un paisaje que a él le tiene encantado.


María, Raquel, Juan y la pequeña Aroa son cuatro primos que cada domingo cruzan el puente para comer con su querida abuela. No perdonan un día ya que la generosa anciana además de ofrecerles la comida que más les gusta les agasaja con un billete de 100€ de propina y eso es mucho dinero para dejar de visitar a su querida y generosa abuela.


Mercedes y Valle son dos sevillanas de las que ya no quedan. Viven en Triana y salen todos los jueves de fiesta a un tablao flamenco que ponen música que les duplica la edad. El resto de los días buscan trabajo en cualquier cosa pero apenas encuentran nada que no sea servir copas en baretos de mala muerte y buena vida.


Nicolás es un navarro enamorado de la semana santa sevillana. Se hizo cofrade gracias a un amigo gaditano de la mili que le facilitó la entrada en la hermandad. Su pasión por la semana santa sevillana le ha empujado a separarse porque su mujer nunca entendió que cojones había perdido su ex en Sevilla vestido de payaso.


Berto y Begoña forman un matrimonio feliz de los de siempre. Regentan una mercería cerca del Villamarín y luchan por ofrecerles un futuro digno a sus cinco hijas. Se están plantando ampliar el negocio y montar una tienda de ultramarinos que un viejo amigo traspasa por jubilación. En breve su hija mayo termina empresariales y según están las cosas podría encontrar su futuro en la pequeña tienda de don Eustaquio.


Federico es uno de esos hombres que todo el día se pasa de guasa. Prejubilao por un accidente de coche vive con sus 587 € y su madre en un ático de triana repleto de geranios blancos y rojos. Los colores de su Sevilla F.C. Algunas noches sale a la almadraba que prepara su amigo de la infancia en Conil y vuelve con atunes para tres meses.


Carlitos es un pequeño sevillano de familia de bien y con más dinero del que podrá gastar cuando coja el gusto de hacerlo. Se quedó sin padre al mes de nacer pero su abuelo paterno hace las veces de padre y abuelo. Es feliz junto al perro que le acaba de regalar su tío el americano. Le encanta ir a la escuela y jugar en el recreo al pilla pilla.


Jesús es un jubilao de la banca que tiene por afición salir a pasear contando los pasos que da cada semana. Visita todos los días a su hermano que como él dice, trabaja de cura en una pequeña parroquia sevillana donde apenas van cuatro viejas sin pecados a misa. Los domingos acompaña a su hermano a visitar los enfermos que nadie visita al hospital de la Virgen del Rocio.



Manolo es un trianero de esos que será sevillano de mayor. Quiere ser médico como su padre y su abuela. Se pasa todas las tardes jugando a la Play con un amigo coreano residente en Cabo Verde que conoció en un intercambio del instituto. Le encanta el fútbol y la música. Es socio del Sevilla desde antes de nacer y junto a su padre y abuelo no pierden partido. 

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